viernes, 24 de julio de 2009

LA FELICIDAD CON MAYÚSCULA

Nuestra búsqueda constante hacia la felicidad, el interés y la preocupación hacia ella tienen una relación importante con nuestra capacidad de estar interesados por algo. Cuando tenemos una experiencia plena, entramos en un estar bien, un bienestar, un sentimiento de plenitud, podríamos decir que se da sobre todo cuando hacemos algo que concentra nuestra atención al máximo, que saca de nosotros todo nuestro talento y nos implica plenamente. Esta plenitud puede estar presente en muchos momentos de nuestra vida. Es una especie de corriente que atraviesa, impulsa y dirige las vidas de los que poseen o son poseídos por esa emoción.
Lo importante es saber que en las tareas donde surge la felicidad son aquellas en las que haces algo que tiene sentido, que implica tus cinco sentidos, todo tu cerebro. Da igual lo que sea, cuidar un enfermo, escalar una montaña, o ser funcionario. Ahí está la felicidad. No en el ocio, en el no hacer nada, sino en ciertas actividades de gran exigencia que nos obligan a concentrarnos. Viendo la televisión probablemente no se encuentre la felicidad, leyendo es bastante probable que sí.
Es muy importante controlar nuestro entorno, se vive más sano y mucho mejor que los que no lo controlan y, a causa del escaso control que tenemos sobre nuestra vida laboral, sobre la transcendencia de lo que hacemos en nuestro trabajo, tiene una incidencia directa en nuestro estado de salud, en nuestro bienestar y en nuestra capacidad para ser felices.
El tener cierto grado de control sobre nuestro trabajo, nuestra actividad, nuestras vidas, es una condición sine qua non para la felicidad.
La actual organización de la vida laboral en la que nadie tiene control sobre lo que hace, nos enferma y nos hace infelices. En el trabajo hay una gran mayoría que piensan que da igual lo que hagan, porque sea lo que sea, no pasa nada. Para ser felices necesitamos cierta capacidad de control de nuestro entorno, momentos de expectación y ahí en la expectativa radica la mayor parte de la felicidad.
Cada vez está mas claro que esa tríada clásica "salud, dinero y amor", ni tampoco los atajos hacia la felicidad, como el sexo, las drogas, el alcohol, son fórmulas válidas, conducen a experimentar solamente placer, pero la felicidad es otra cosa. Ahora se valora más que nunca la emoción, lo más importante en nuestro trabajo es el corazón. Para muchos puede que sea el cerebro, pero de este podríamos decir que surgen las ideas iniciales y el corazón es el que al final decanta la balanza de las decisiones. Decide la emoción, no la razón.
La felicidad con minúscula es la antesala de la FELICIDAD con MAYÚSCULA.

viernes, 17 de julio de 2009

CIEN DIAS DE GRACIA

Tengo entendido que a los políticos les conceden cien días de gracia cuando aceptan su nuevo cargo, digo esto, porque he podido comprobar en mi persona que estos cien días son necesarios e incluso diría, que debían ser obligatorios para cualquier categoría profesional.
Los cien días de gracia, es una etapa que sirve de puesta a punto para el trabajo que vamos a realizar. Son necesarios para el buen funcionamiento de la actividad profesional, hay que desarrollar un trabajo que se desconoce y para ello se necesita un tiempo y un aprendizaje.
Todos los comienzos son difíciles, pero con seguridad, conocimiento, armonía y sentido común, se pueden alcanzar los objetivos marcados. Teniendo siempre en cuenta que la imaginación es mucho más que el conocimiento.
Pero hay un elemento fundamental que debemos tener en cuenta para el buen funcionamiento del equipo donde vamos a desarrollar nuestra actividad profesional, y es confianza.
Para formar un buen equipo necesitamos solo una cosa, confianza; si confiamos los unos en los otros el equipo ya está formado, no necesitamos nada más. Esa confianza se consigue demostrando día a día nuestra capacidad profesional, dejando atrás envidias, celos, rencillas, hostilidades y demás catástrofes del pensamiento humano. En el club de la envidia la entrada es libre, la compañía es amplia, las consumiciones gratuitas y la conversación ininterrumpida. Pero no hay salida.
Debemos ser cautelosos cuando existan dudas, debemos ser decididos cuando lo exige la situación, debemos ser optimistas para el progreso profesional y, sobre todo, debemos ser exigentes con nosotros mismos, para llegar a cumplir nuestro objetivo, poder llegar a la meta, y ver cumplido nuestro reto.
En un equipo la exigencia sin afecto, es tan inútil como el afecto sin exigencia. Cuando oímos decir, aquí siempre se han hecho las cosas así, sólo significa eso: que antes no se hizo así. Ni puede, ni vale como excusa para no cambiar. Nos necesitamos los unos a los otros, ninguno de nosotros es tan listo como todos nosotros juntos. Siempre dependeremos de los demás, y por lo que a mí respecta, yo sigo y seguiré siempre dependiendo de los demás, e incluso, de mis enemigos, que me ayudan a permanecer alerta y seguir avanzando.
Pero no podemos dejarnos llevar por comentarios absurdos que no nos llevan a ninguna parte, lo que los demás piensen de nosotros, no es de nuestra incumbencia, debemos desechar cualquier cosa que no sea útil, aprender algo nuevo cada día, sobreponernos a las adversidades, que no son pocas en un ambiente profesional dónde no exista objetividad y, por supuesto ninguna valoración personal. Nadie es más que nadie, todos tenemos nuestro espacio, cada persona es única y sus motivaciones son diferentes, tenemos que dejar ver la valía de las personas cuando verdaderamente sirven para la tarea encomendada; debemos ser honrados y respetuosos con lo demás y, así, algún día, podrán valorar nuestro trabajo y nuestra actitud, igual que lo hacemos nosotros con ellos.
Debemos recordar que no tenemos el control de todo lo que nos sucede, pero sí, de lo que hacemos con ello. Hay que vivir la vida con una actitud positiva, levantarnos todos los días con las tres "E": energía, entusiasmo y empatía. Cuando se desea algo de verdad, todo conspira a nuestro favor y no debemos desesperar si tarda en llegar. Una vida tan larga da para mucho, para hacer lo que quieres, para hacer lo que debes y para ser útil. No importa que la situación sea buena o mala, esta cambiará.
Hay cosas que no regresan: La palabra dicha, el tiempo transcurrido y las oportunidades. Disfruta del viaje. Sólo tienes una oportunidad, sácale el mayor provecho. Pensando siempre que lo mejor está por venir.