lunes, 15 de noviembre de 2010

EL MIEDO A EQUIVOCARNOS

Con frecuencia el miedo a los errores nos impide caminar hacia adelante. Pero nos damos cuenta de que es igualmente equivocado, el quedarse encerrados siempre en casa para evitar posibles errores que quizá no sean sino fantasmas de nuestras penas.

San Agustín decía que hay dos formas de equivocarse en la vida: una consiste en escoger el camino que no nos lleva a nuestro destino. La otra consiste en no escoger nada porque tenemos miedo a equivocarnos... Con frecuencia el miedo a los errores nos paraliza, nos impide caminar hacia adelante. Al comprar un televisor, al probarnos unos zapatos, al ir a tomar unas cervezas, nos inquieta la idea de que las cosas salgan mal. Pero nos damos cuenta de que es igualmente equivocado, el quedarse encerrados siempre en casa para evitar posibles errores, que quizá no sean sino fantasmas de nuestras penas. Por eso ante el miedo a ser engañados, o robados, o encandilados por una nevera que parece fabulosa y que no sirve ni para almacén de libros, conviene actuar según dos viejas reglas de la vida.

La primera: reflexionar bien antes de tomar una decisión. De modo especial, cuando llega el momento de tomar opciones que deciden toda la vida (la carrera, el casamiento, la escuela para los hijos...), hay que pensar con calma los pros y los contras y no decidir según la primera corazonada. Nunca las lágrimas serán capaces de borrar un camino comenzado entre rosas y terminado en medio de espinas profundas que permanecen clavadas a veces durante meses o años interminables.

La segunda: no quedarme sólo en pensar. No puedo ser como “la niña de la estación” que no se casa con nadie porque siempre sueña con un marido perfecto; o como el burro de la leyenda que no se decide a comer nunca cuando se le pone en medio de dos montones de paja. Hay que optar. Algunas opciones deben ser tomadas deprisa, a la carrera, como cuando el niño empieza a ponerse rojo de asfixia y hay que darle unas palmadas fuertes en la espalda para que el hueso salga de la laringe... Desde luego, en la emergencia también podemos equivocarnos, pero el error más grande es quedarse con los brazos cruzados sin ofrecer ningún remedio a quien nos pide ayuda.

Está claro que la realidad esconde mil sorpresas que nos dejan a veces con un sabor amargo ante el fracaso más desesperante o con una alegría extraña ante un éxito imprevisible. No todo está bajo nuestro control. Pero esto no debería inquietarnos. La incertidumbre no debe ser un paralizante, sino un estimulante. Podemos hacer mucho, no todo bueno, pero sí con el mejor corazón y con las mejores intenciones. En ocasiones dar un paso atrás será una nueva decisión dolorosa pero justa. En otras, no hay paso atrás: una nueva situación, un accidente de carretera o el inicio de un cáncer imprevisto nos piden un nuevo paso adelante, una nueva decisión, tal vez heroica, para que el dolor no ahogue nuestro anhelo de vivir y de amar.

A caminar se aprende caminando. A vivir se aprende viviendo. A sufrir se aprende con el valor de quien acepta y avanza a pesar de todo. Decidir es fácil si tenemos a alguien a nuestro lado. Dios, lo sabemos, no nos deja solos en el camino. Su amor da sentido a nuestras penas. Su perdón puede aliviar la máxima equivocación de cada vida: el pecado. Levantarse es la decisión sabia y alegre de quien quiere amar, de quien arriesga todo. De quien sabe que un Padre ama mucho al hijo descarriado que se equivocó al tomar sus opciones y que sabe perdonarlo y ayudarlo. Un Padre que también quiere ayudar al que no hace nada malo porque tampoco ha sabido hacer nada bueno, paralizado, tontamente, por el miedo a equivocarse, pero que puede, si lo quiere, ponerse a caminar y optar para vivir con amor los riesgos de cada día.
¡Vence el mal con el bien!

EL PERDÓN

No hace mucho tiempo estuve en una clase y el tema del día era el "Resentimiento". La maestra nos había pedido que lleváramos patatas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una patata por cada persona que le guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos los lados esa bolsa de patatas. Naturalmente la condición de las patatas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí.
Todos tenemos patatas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que cuando hacía importantes los temas incompletos o las promesas no cumplidas me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estrés, no dormía bien y mi atención se dispersaba. Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu.
La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas, pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos. El perdón es una expresión de amor. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te hizo sentir mal. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor y enfado. El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. La falta de perdón te ata a las personas desde el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tenemos. El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario.
Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo, por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas. "La declaración del Perdón es la clave para liberarte". El perdón es la venganza de los buenos. ¿Con qué personas estás resentido?, ¿A quiénes no puedes perdonar?, ¿Tú eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos?, "Perdona para que puedas ser perdonado", "Recuerda que con la vara que mides, serás medido..."

sábado, 13 de noviembre de 2010

MI FILOSOFÍA FAVORITA DE LA VIDA

Una persona con un reloj sabe la hora que es, con dos relojes nunca estará segura de la hora correcta.
No debemos ver sólo donde caímos, sino darnos cuenta con que nos resbalamos.
Debemos apreciar la vida a través de un espejo frontal, pero nunca por el espejo retrovisor.
Las personas dudarán de lo que dices, ... más te creerán, por lo que haces.
Sé agradable con las personas mientras subes, porque las necesitarás a la bajada.
Nunca debes dar explicaciones, tus amigos no las necesitan y tus enemigos no te creerán.
Mientras buscas la venganza, prepara dos tumbas, una de ellas será la tuya.
Piensa que el tiempo perdido que disfrutastes, no fue tiempo perdido.
Valor no es la ausencia de miedo, sino mas bien tu habilidad para enfrentarte a él.
Debemos tener nuestro propio crecimiento, no importa lo alto que haya llegado nuestra familia.
La mejor manera de predecir tu futuro es creándolo.
Tres cosas irrevocables para la vida son: El tiempo, las palabras y las oportunidades.
Tres cosas que no debes negarle a la vida son: Serenidad, honestidad y esperanza.
Tres cosas que deterioran la vida son: El orgullo, la arrogancia y el enojo.
Tres cosas de tu elección son: Tus sueños, tu éxito y tu destino.
Tres joyas que se tienen en la vida son: La autoestima, el amor y verdaderos amigos. Lucha por ellas.