jueves, 1 de julio de 2010

UN MERECIDO DESCANSO

Dedico este artículo al esforzado veraneante, que se toma eso que todos convenimos en llamar "un merecido descanso" y, que a veces no lo es tanto. Lo digo porque de un tiempo a esta parte las vacaciones se han convertido en otro cúmulo de obligaciones casi tan terroríficas como las que tenemos el resto del año. Con la diferencia de que, si las de invierno vienen impuestas por otros... el jefe, por la familia, etcétera; las de verano nos las imponemos nosotros.
O, lo que es peor, nos la impone ese inacabable sin vivir, en el que hemos convertido nuestras vidas. Así, el merecido descanso se convierte en una serie de actividades cansadísimas que además , hay que emprender con una gran sonrisa.
Por ejemplo, si uno está en un país extranjero, lo indicado es dedicarse a "conocerlo a fondo", de ahí que haya que organizar excursiones culturales que incluyan madrugones mortíferos, que tanto detesto, para visitar Dios sabe qué ruinas o escaladas a 40 grados centígrados o, caminatas interminables para llegar al hotel reventados y con ganas de morirte.Si el lugar del merecido descanso, está cerca de un río o de una montaña, hay que subirse a ella con otros quince o veinte individuos que desconocemos y que no los hemos visto en la vida, y pasar un miedo atroz, sorteando peñascos al tiempo que se congela uno de frío.
También es guay trotar por los montes y hacer una barbacoa aún a riesgo de que acabe con un incendio forestal.
Por fin, si nuestro destino es la playa, es habitual que las obligaciones del veraneante incluyan: por la mañana, aprender a hacer esquí acuático (tipo kitesurf), o cualquier otro deporte de agua, a ser posible cuanto más arriesgado y agotador mejor, con gente que desconocemos y que no nos interesa en absoluto y, por la tarde, algún deporte tipo pádel o tenis a 38 grados a la sombra, hay quién elige el golf (con éstos, ni os cuento), no hay quién les vea el pelo hasta la mañana siguiente.
De la noche ni os hablo (ya sabéis lo que toca), machacarse el hígado con mojitos y toda clase de bebidas tropicales cargadas de alcohol, cuánto más mejor. Bailar hasta caer rendidos para acostarse a las seis de la mañana y despertar de nuevo a las diez, como muy tarde, para no perderse las actividades matutinas.
Con estas vacaciones no es de extrañar que a la vuelta nos encontremos superestresados, tanto o más, que cuando empezamos nuestras merecidísimas vacaciones.

No hay comentarios: