viernes, 4 de diciembre de 2009

DIAS DE MUCHO VISPERAS DE NADA

Mi abuela materna pronunciaba siempre la misma frase cuando yo era una niña después de alguna fiesta local o casera, que decía: “Días de mucho, vísperas de nada”.

Yo no comprendía que quería decir con aquella frase en aquel momento, pero ahora que han pasado unos cuantos años de aquéllo y ella no vive por desgracia para mí, porque podríamos darle mucho juego a la frase, comprendo la superficie y el fondo de ella.

Ayer tuve un día inusual, de esos que suben la adrenalina al doscientos por cien; de esos que tienes que emplear toda tu fuerza y coraje acumulados durante meses para salir del atolladero dónde te sumergen los demás; de esos que si no explotas revientas; pero ha sido un día que ha merecido la pena y, por ello, quiero haceros partícipes de mi “victoria”. Lo digo entre comillas porque es una victoria circunstancial, porque a partir de este momento es cuando comienza la función.

No sé si a vosotros os habrá ocurrido alguna vez, pero si es así, habréis podido comprobar que luchar por una sinrazón o por una injusticia merece poner en ella toda la carne en el asador y con suerte podemos salir victoriosos.

Ayer fue un día de esos en los que descubres que hay mas gente malintencionada que intencionada, es decir, mala que buena y si no te pones en tu sitio de una vez por todas, te avasallan, te arrinconan y si pueden te sacan la piel a tiras.

A éstos les llamo yo, tiburones de color oscuro ó, tiburones malintencionados, que al final de cuentas es lo mismo, igual de malos son unos que otros.

Estos tiburones aparecen y desaparecen como el Guadiana, gente que campa por sus respetos por el mundo mundial, hasta que un día aparece un tiburón de color blanco intencionado que esclarecerá toda duda al tiburón oscuro y, lo hará con tanta precisión y con tanta fuerza, que ni el mismo se lo creerá en ese instante. Más tarde se dará cuenta que ha vencido al tiburón oscuro, pero aún así seguirá sintiéndose amenazado y estará alerta por lo que pueda pasar.

El tiburón oscuro seguirá dando coletazos al no querer reconocer su derrota, e intentará sin ninguna duda coger desprevenido al tiburón blanco y desarmarlo; pero éste empleará su inteligencia racional, estando siempre en la retaguardia y en compás de espera, sin distraerse ni un sólo instante, porque sabe, que en cualquier momento o desde cualquier lugar, se pueden disparar las alarmas de ataque del tiburón oscuro; éste al verse vencido y derrotado estará lleno de furia y de rencor y sacará toda su artillería pesada para empotrársela al menor descuido al tiburón blanco; pero con su diplomacia, su buen hacer, su paciencia y su sentido común, el tiburón blanco arremeterá de nuevo contra el tiburón oscuro y, si Dios quiere y con un poco de suerte, lo machacará y lo dejará caos para un próximo combate, porque esto no acaba aquí. Habrá más…

Pero mientras estos llegan, el tiburón blanco se preparará para una nueva embestida, que no tardará mucho en llegar y, así será hasta que el tiburón oscuro se de cuenta que no hay derrota posible para su contrincante; y será entonces, cuando anuncie su retirada a bombo y platillo con un nuevo argumento, que será tan injusto y tan irracional como el anterior.

Si eres capaz de apasionarte de esta manera es porque te importa lo que haces, así es como hay que vivir, puede hacerte pasar un mal rato, pero siempre saldrá algo positivo de ello.

Vales mucho más de lo que piensas, aunque no lo creas tu trabajo y tu presencia en este mundo son muy importantes; si piensas de esta manera puede que tengas muchos problemas, pero no te dejes intimidar, sigue viviendo sin miedo y al final vencerás.

Después de “días de mucho”, llegará la paz, la armonía, la serenidad, el sosiego y el silencio. A esto se refería mi abuela con “las vísperas de nada”.

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