jueves, 4 de marzo de 2010

INVISIBLES

Dicen algunos que, a cierta edad, después de los cuarenta, nos hacemos invisibles; que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de la juventud. Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable. Pero reconozco que nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia, nunca me he sentido tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento como ahora.
Ahora sé, que no soy la princesa del cuento de hadas y que no necesito que venga a salvarme un príncipe azul en su caballo blanco.
Hoy, me reconozco mujer, capaz de amar. Sé, que puedo dar sin pedir, pero también sé, que no tengo que hacer nada, ni dar nada, que no me haga sentir bien.
Por fin, encontré hasta ahora, al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas. Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades y de equivocarme; de no responder a las expectativas de los demás, y hasta ahora, hacer algunas cosas indebidas. Y a pesar de ello, sentirme bien.
Y, por si fuera poco, saberme querida por muchas personas, que me respetan y me quieren por lo que soy. Cuando me miro al espejo, ya no busco a la que fui en el pasado,... sonrío a la que soy hoy,... me alegro del camino andado y asumo mis errores. Ya no siento ese desasosiego permanente de la adolescencia, de la juventud, que produce correr tras los sueños. Con los años, he madurado y he aprendido a tener paciencia.
Hoy sé, por ejemplo, que no puedo retener el mar, aunque cuando estoy frente a él, quisiera no tener que dejarlo nunca. Hoy sólo lo contemplo, me lleno de él. Y cuando llega el momento de partir, me despido diciéndole:¡Hasta pronto!. Hoy sé que nadie es responsable de mi felicidad, solo yo.
Hoy sé, que el viento extiende sus brazos cuando camino y que solo depende de mí sentirlo. Hoy sé, que la vida es bella... porque la he visto partir muchas veces.
Hoy vivo la vida así, como es, con sus idas y venidas, con sus amores y desamores, con sus ratos de marea baja, con sus puestas de sol, con su ruido incesante. Solo quiero dejarla correr. No quiero pedirle nada. Solo quiero tener lo que yo me busque, sólo quiero lo que yo merezco.
Hoy, más que nunca, me doy cuenta que no soy una mujer invisible. Hoy, especialmente hoy, me siento mujer y más protagonista de mi vida que nunca me he sentido.

1 comentario:

VdPMayte dijo...

Yo ya cumpli los 50 y estoy contigo, para nada invisibles, somos lo que queremos ser. enhorabuena por tus reflexiones