lunes, 17 de mayo de 2010

LOS PRIVILEGIADOS FUNCIONARIOS

En los últimos días, la clase política y mediática ha disfrutado del placer ante los ecos de una reducción y congelación salarial a los funcionarios. Sin embargo, nada sería más injusto que pasar la factura de la crisis a este colectivo.
Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador podía duplicar el sueldo de un Técnico Superior de la Administración, y para conseguir que un albañil viniera a casa había, poco menos, que apuntarse en una lista de espera y cruzar los dedos, con el consiguiente facturazo.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables con el sueldo, miles de desocupados sin tener la más remota idea, montaban una constructora y juntaban billetes de quinientos euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los estudios y dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en coches de alta gama resplandecientes, comentando: ¿Los funcionarios?... unos “pringaos", sí, hombre, unos “pringaos”… ¿para qué estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?...
“España va bien”. ¡No hay crisis... sólo es una desaceleración económica...!.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas de coca y “España va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado sus mejores años junto a una taza de café cargado, un flexo y un temario de oposiciones. Con los codos clavados en una mesa, viendo la vida desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del momento crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, los efectos de aquellos excesos han de pagarlos los “privilegiados funcionarios”, precisamente el colectivo que no se benefició del auge económico y que, por supuesto, no ha provocado la crisis.
Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que prestaron dinero sin las debidas garantías. No pensemos que las ganancias de la especulación acabaron en paraísos fiscales. No indaguemos en ayuntamientos que dilapidaron millones encargando obras absurdas que enriquecieron a empresarios. No, no… todo esto que lo paguen los funcionarios.
Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso esplendor económico. Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en una oposición terrorífica (aparte de los cinco años de carrera) para ganar menos que muchos fontaneros. El médico que, hoy, ha de realizar una carrera de seis años, más el tiempo de preparación del MIR, de cuatro a seis años de formación para la especialidad y después el concurso oposición, sacrificó todos estos años de su vida para ganar menos que muchos albañiles. El abogado que después de cinco años de carrera tuvo que opositar otros cuantos años más para poder conseguir un trabajo en la Administración, y ganar menos que muchos encofradores. Sí, los miles de opositores que tuvieron que recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos euros mensuales, el auxiliar que después de más de quince años de servicios prestados a la Administración, gana poco más de mil euros... ¡resulta que todos ellos han de pagar la crisis y son unos “privilegiados”!.

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