viernes, 28 de agosto de 2009

VACACIONES

Las vacaciones ya han terminado, se han acabado en un santiamén; todo el año esperando ansiadamente que lleguen para que en un pis, pas, se acaben.
Tengo que reconocer que un mes da para mucho si sabes aprovecharlo. El comienzo de las vacaciones son de desenfreno, quieres hacerlo todo a la vez, playa, viajar, salir..., cuando llegas a la quincena del mes te encuentras más sosegada, como si todos tus propósitos se hubieran cumplido y prefieres el relax, la montaña y la lectura. Todo esto si no has tenido ningún contratiempo familiar o de cualquier otro tipo que nunca faltan.
Yo he tenido la suerte de disfrutar quince maravillosos días en la playa y otros quince en la montaña; estos últimos han sido casi por obligación, pero no me ha importado. La montaña es una fuente de salud inagotable y si sabes sacarle partido al tiempo, la disfrutas con creces.
Reconozco que soy una adicta al sol y al mar, pero con el problema de la capa de ozono y los rayos ultravioletas que penetran un metro en el agua clara, debemos tener mucho cuidado, protegiéndonos y no tomando el sol a las horas punta.
La playa me gusta fundamentalmente al caer la tarde, cuando el ruido de las olas se sobrepone a todo cuanto acontece a nuestro alrededor y, es un buen momento para la reflexión.
De las noches que he salido recuerdo una especialmente. Estaba en un pub, que hace las veces de cafetería, en la vía principal de Marbella. No es un sitio lujoso y tampoco es una tasca, sino uno de esos establecimientos que suelen abundar en el centro de las ciudades españolas. Alguien habla del delirio de Julio Iglesias por pedir 750 euros por escucharlo cantar el año pasado. También se habla de que algunos chiringuitos de la playa tienen precio de restaurantes con mantel. En la mesa de al lado continúan con el lamento sobre los elevados precios de los restaurantes y alguien habla de una tasca dónde se puede tomar una cena decente por menos de treinta euros.
Estos comentarios en vacaciones me han causado más impresión que las variadísimas y monumentales catástrofes de este mes de agosto, por ese principio de que lo cercano agiganta su importancia.
Hay que tener un presupuesto muy, pero muy ajustado, para tener que calcular al comienzo de las vacaciones si se puede invertir en una cena el dinero ahorrado durante todo el año, fruto de unas largas jornadas de trabajo.

Calculo que estas personas están atrapadas por la crisis o la desaceleración económica, como dice nuestro Gobierno. Pero aún así, vacaciones son y, lo son, por la diversidad de momentos que se viven y se disfrutan, tan relajados y distintos al de nuestro puesto de trabajo.

Feliz vuelta a todos.

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