viernes, 22 de enero de 2010

8 LECCIONES DE LIDERAZGO


Nelson Mandela, hombre clave en la historia del siglo XX, por su lucha a favor de las libertades. Considerado como el líder mejor valorado y más admirado del mundo, a sus noventa y un años nos cuenta sus 8 lecciones de liderazgo:
La Primera.- El coraje no es la ausencia de miedo, es inspirar a otros para sobreponerse a él.
Mandela tuvo miedo muchas veces; durante su época en la clandestinidad, durante el juicio en Rivonia que culminó en su encarcelamiento; añadiendo, que lo irracional hubiera sido no tenerlo. Pero la condición de líder exige engañar a sus seguidores. Uno tiene que adoptar una máscara; decía en su entrevista. Y eso fue precisamente lo que aprendió a hacer: fingir para, por medio de una supuesta valentía absoluta, convertirse en un ejemplo para los demás. Perfeccionó dicha comedia en la cárcel, dónde había muchas cosas que temer. Los reclusos de la prisión dirían más tarde que la imagen de Mandela andando por el patio, orgulloso y con la cabeza muy alta, los empujaba a seguir adelante. Sabía que era un modelo para los demás, y dicho conocimiento le proporcionaba la fuerza necesaria para superar sus propios temores.
La Segunda.- Hay que dar el primer paso, pero sin dejar atrás a tu equipo.
Es un hombre con mucho sentido de la historia. Su pensamiento iba muy por delante del nuestro. Siempre piensa en la posteridad, en cómo juzgarán nuestros actos las futuras generaciones. La cárcel le aportó esa capacidad para pensar a largo plazo. Él no pensaba en términos de días y semanas, sino de décadas enteras. Sabía que la historia estaba de su lado. La cuestión era cuándo y cómo conseguir el objetivo. Las cosas irán mejor a largo plazo, decía a veces. Siempre lo fiaba todo a largo plazo.
La Tercera.- Debes liderar desde la retaguardia, pero hacer creer a los otros que estás en la vanguardia.
Mandela habla de su niñez y de las tardes perezosamente ocupadas en la conducción del ganado. Decía: uno lo dirige desde atrás para así poder observar toda la manada. Durante su niñez, se vio muy influido por el rey tribal que se encargó de su educación. Durante las reuniones en la corte tribal, los hombres se reunían en un círculo y el rey tan sólo hablaba después de que lo hubiesen hecho todos los demás. Según Mandela, el papel de líder no es decirles a los otros lo que tienen que hacer, sino facilitar el consenso. Uno no tiene que precipitarse a la hora de sumarse al debate. El truco del liderazgo está también en permitir que los demás lo dirijan a uno. Es conveniente convencer a los demás de algo y al tiempo hacerles creer que fueron ellos los que tuvieron la idea en primera instancia.
La Cuarta.- Conoce bien a tus enemigos y aprende de ellos.
Mandela sabía que la capacidad de hablar la lengua de sus oponentes podría ayudarlo a comprender cuáles eran sus puntos fuertes y débiles, lo que le permitiría formular las tácticas mas oportunas en cada momento, pero también que le permitiría trabar una mejor relación personal con el enemigo.
La Quinta.- Hay que mantener a los amigos cerca y a los enemigos, aún más.
Mandela no terminaba de confiar en muchas de las personas a la que solía invitar en su casa. Pero él seguía invitándolos a cenar, consultaba sus opiniones, los colmaba de halagos y de regalos. Es un hombre con un formidable encanto personal... y muchas veces, lo ha demostrado más entre sus rivales que entre sus aliados. Siempre se cuidó de incluir en su círculo a algunos hombres de los que no se fiaba mucho y que no le gustaban demasiado. Él lo veía como una oportunidad. Cree que el abrazo fraternal es el mejor medio de controlar a sus rivales, pues éstos resultaban más peligrosos por su cuenta que inscritos en su círculo de influencia. Aunque aprecia la lealtad no se deja obsesionar por ella. Como suele decir: la gente actúa según su propia conveniencia; algo que considera un simple rasgo de la naturaleza humana, no una lacra o un defecto.
La Sexta.- Las apariencias son muy importantes y también sonreír.
A veces, nos olvidamos de la correlación histórica entre liderazgo y apariencia física. Mandela entendía que su presencia física podía favorecer su causa política; a lo largo de toda su trayectoria iba a seguir insistiendo en vestir de forma adecuada para la ocasión. Cuando estaba en un estrado aunque nunca fue un gran orador, lo más significativo era aquella sonrisa deslumbrante, beatífica. La sonrisa era su mensaje. En realidad se sentía amargado por un sinfín de cosas, pero comprendía que era absolutamente necesario proyectar la emoción opuesta. Siempre decía que había que olvidar el pasado para poder seguir viviendo sin arruinar el presente.
La Séptima.- Nada es blanco o negro. Las decisiones son complejas y siempre hay factores contradictorios.
Nuestro cerebro tiende a la búsqueda de explicaciones simplistas que no se corresponden con la realidad. Mandela se siente cómodo con la contradicción. Todo problema tiene muchas causas y matizaciones infinitas; siempre se formulaba la misma pregunta: ¿cuál es mi objetivo y cuál es la forma más práctica de alcanzarlo?.
La Octava.- Rectificar también es una muestra de liderazgo.
La determinación de que ha llegado el momento de abandonar una idea, labor o relación fracasada, muchas veces es la decisión más difícil que tiene que tomar un líder. Mandela comprende que los líderes ejercen su liderazgo tanto por lo que hacen, como por lo que no hacen. Le preguntan sobre la diferencia entre el hombre que salió de la cárcel y el hombre que entró en ella casi tres décadas antes. No le gustaba nada esa pregunta y respondió: Lo que pasó fue que salí convertido en un hombre maduro.
Pocas cosas son tan valiosas como un hombre equilibrado y disciplinado. Su labor fue marcar el rumbo y no pilotar el barco.
El liderazgo no tiene nada que ver con el control de los demás, sino con el arte de persuadirles para colaborar en la construcción de un proyecto común. Y en lo que respecta a nuestro mundo interior, nada hay mas esencial que poder reconocer nuestros sentimientos mas profundos y saber lo que tenemos que hacer para estar mas satisfechos con nuestro trabajo y nuestra vida en general.

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